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Prevención Maltrato y Abuso Infantil
Cuidemos la Infancia
Ambiente sano y libre de malos tratos
Para reconocer, evitar y prevenir métodos violentos de crianza y trato en las familias, es necesario entender que la violencia va más allá del maltrato físico. Según el estudio Violencia Contra la Niñez y Adolescencia en Chile, publicado por Unicef en 2021 la mayoría de los cuidadores que ejerce violencias en la crianza, también las sufrieron durante su infancia. Las consecuencias de los malos tratos y/o episodios adversos en la crianza (que incluyen abusos infantiles, violencias domésticas, negligencia, enfermedad y trastornos de salud mental de los cuidadores, entre otros) pueden impactar directamente el desarrollo físico y mental de quienes están creciendo, y definir sus vidas para siempre.
Todos y cada uno de los niños, niñas y adolescentes deben saber que, si bien los adultos responsables de cuidar muchas veces andan enojados, tristes o raros –por razones conocidas o desconocidas para los niños-, esto nunca puede ser motivo para ejercer malos tratos hacia los más pequeños o jóvenes. Nada justifica golpes o insultos, o cualquier forma violenta de trato. Los niños tienen derecho a crecer en ambientes sanos y libres de malos tratos.








Cuidemos la Infancia
¿Qué es exactamente el maltrato infantil?
Se puede hablar de que un niño o niña es víctima de maltrato cuando sufren actos de violencia física, emocional o sexual, ya sea ocasional o habitualmente, en el grupo familiar, las instituciones u otros entornos. También constituyen actos de maltrato el no entregar los cuidados necesarios para un sano desarrollo: a esto se le llama negligencia.
A veces, los padres, madres o cuidadores se sienten agobiados, frustrados, enojados o deprimidos y no saben cómo sobrellevar o controlar sus emociones y problemas. En ocasiones, puede ocurrir que, con o sin intención, se desborden y descarguen con sus hijos e hijas, infligiendo malos tratos. Otros miembros de la familia extendida (que no viven con los niños), del círculo cercano, o bien, personas a quienes se pide ayuda o se contrata para apoyar con los cuidados, también podrían maltratar a nuestros hijos.
Lo central es mantener la atención y observar si hay signos o señales de maltrato, o de malestar y sufrimiento en los niños. Es importante alentar siempre a los hijos e hijas a contar cómo han estado y qué han sentido o les ha pasado, cuando sus madres y madres no están. Todos los niños y niñas son diferentes, y sus reacciones frente a abusos y malos tratos dependerá en importante medida de su edad y etapa del desarrollo, de sus características, el contexto en que vive y lo que sucede en su vida.
El Maltrato de los niños se puede clasificar en 4 tipos:

1.- Violencia Física
Las agresiones físicas como golpes, bofetadas, cortes, quemaduras, mordeduras, ahogamientos, entre otros, son todas formas de maltrato. También lo es sacudir a un bebé, y puede tener consecuencias letales. Un niño o niña maltratado físicamente puede presentar moretones, cicatrices, cortes, llagas, quemaduras o marcas diversas en su cuerpo. Los niños, muchas veces, se esforzarán intensamente por ocultar las marcas físicas de agresiones o castigos corporales (por ejemplo, estirando las prendas de vestir para cubrir partes heridas o amoratadas en brazos y piernas, usando ropa gruesa aunque haga calor para evitar que se vean lesiones, o bien negándose a participar de actividades deportivas que usan prendas cortas o traje de baño donde el daño físico quedaría visible).
En relación al castigo corporal y maltrato físico a los niños, muchas personas dicen “a mí me pegaron cuando chico y era normal, no fue tan terrible, etc”. Pero toda la evidencia científica hoy nos permite saber de los daños y huellas del maltrato físico –a estructuras cerebrales, en términos emocionales, psicológicos y cognitivos- y la necesidad de evitarlo. Si los adultos sienten que los sobrepasa el estrés y que podrían incurrir en malos tratos contra sus hijos o hijas, deben pedir ayuda.
En Chile, desde 2017, existe obligatoriedad de denunciar maltrato físico infantil, y tanto sala cunas y jardines infantiles, así como escuelas y colegios, si observan señales físicas o lesiones en niños, deben cumplir con esta medida.

2.- Violencia Psicológica
Se expresa de diferentes formas generalmente cargadas de hostilidad: desde no expresar afecto (intencionalmente), ser indiferente (“ley del hielo”), usar ofensas verbales (“eres tonto”, “eres malo”), realizar críticas constantes, ridiculizar, descalificar, humillar. Las palabras pueden destruir tanto como los golpes.
También es maltrato psicológico amenazar, intimidar, atemorizar (“por ti voy a terminar enfermando, perdiendo mi trabajo, etc”, “si sigues portándote así, me voy a separar, esta familia va a terminar destruida”). Aislar y privar de vínculos a las niñas y niños, o pedirles cosas demasiado difíciles para su edad, es también una forma de maltrato. Hay abuso psicológico, asimismo, cuando niños y niñas presencian escenas de violencia entre miembros de su familia.
- El niño y la niña maltratado desde el punto de vista emocional puede mostrar, entre otros, los siguientes signos:
- Actuar de manera imprevisible, estar muy tranquilo en un momento y más tarde, muy violento o enojado.
- Ser tímido y retraído.
- Mostrar conductas muy adaptativas y complacientes (para agradar y/o evitar conflicto).
- Ser hiperactivo, agitarse con facilidad.
- Tratar mal a sus juguetes: pegarles y repetir las palabras con carga negativa que les dicen sus padres, madres o cuidadores.

3.- Abusos Sexuales
El abuso sexual infantil es una forma de violencia, de maltrato grave, una vulneración que es delito y se debe denunciar.
Es el contacto o interacción sexual entre un niño, niña o adolescente y un adulto, en el que es utilizado para la satisfacerse y estimularse sexualmente a sí mismo, al niño o niña o a otra persona. Este se produce cuando existe, una relación de desigualdad entre el agresor y la víctima, de poder, edad o madurez y/o la utilización de la víctima como objeto sexual.
El abuso sexual se expresa en actos con significación sexual adulta que involucran a niñas, niños y adolescentes menores de edad, que no están en condiciones de comprender, ni defenderse, consentir, escapar, o evitar el abuso, y ni siquiera pueden entender que son víctimas de estos delitos (por su maduración incompleta).
La persona que abusa usa al niño o niña víctima como un objeto para su satisfacción sexual, o la de otros. Los abusos sexuales incluyen conductas sexuales que van, entre otras, desde la exhibición genital del adulto, tocaciones, masturbación frente al niño o forzándolo a participar de ésta, producción de imágenes o videos sexuales (pornografía infantil) para uso del abusador u otros, llegando hasta la violación (oral, genital, anal).
Los niños y niñas, desde que nacen y hasta terminar de crecer, están en una situación de total dependencia en relación al mundo adulto que tiene la responsabilidad de protección, incluso por ley, al menos hasta la mayoría de edad, los 18 años (si bien el desarrollo termina a los 25 años). La desigualdad en el abuso sexual es absoluta entre el agresor y la víctima, en todo sentido.
Necesitamos recordar que hoy el abuso sexual puede perpetrarse con un agresor presente, o bien activo desde el mundo virtual. De ahí que la prevención también debe incluir esta dimensión (digital).
- En el niño y niña víctima de abusos sexuales podríamos observar, entre otros, los siguientes signos:
- Mostrarse “nervioso” o asustadizo
- Tener pesadillas, miedo de la oscuridad, miedo a dormir solo, miedo de ir a acostarse.
- De pronto parece actuar de modo muy diferente a lo acostumbrado.
- Pueden darse regresiones o retrocesos en hábitos ya logrados
- Cambios en desempeños escolares (si ya asiste al colegio)
- Emociones desbordadas (pena, rabia) o muy contenidas
- Conducta sexualizada y no acorde a lo esperable a su edad y etapa del desarrollo. Esta conducta sexualizada puede también expresarse como relatos, “chistes”, dibujos, o imponiendo juegos sexuales y/o interacciones sexualizadas con otros niños, niñas (y a veces con mascotas). Asimismo, puede mostrar un interés en juegos e interacciones sexualizadas con niñas, niños o adolescentes mucho mayores. Una diferencia de edad de 3 o 4 años puede ser muy significativa.
- Ausencia de relato de la víctima, porque el abusador ha impuesto una regla de silencio, o porque la irrupción traumática impide vocalizar lo vivido, o simplemente porque niños y niñas ni siquiera cuentan con las palabras para narrar algo que escapa, como ya decíamos, a su comprensión.
- MUY IMPORTANTE: No hay un solo conjunto inequívoco de síntomas asociado al abuso sexual infantil; muchos síntomas pueden ser inespecíficos, o no tener un carácter sexualizado, e incluso, podrían hasta ser leídos como manifestaciones de otras crisis, cambios o perturbaciones en las vidas de los niños (nacimiento de un hermanito, mudanzas, duelos, etc.). Lo más recomendable es recurrir a apoyo especializado para un diagnóstico concluyente que, además, acompañe la denuncia.

4.- Negligencia y Abandono
Los motivos de la negligencia pueden ser diversos, madres y padres con problemas de salud mental, abuso de sustancias, faltas de apoyo, conocimientos y recursos, etc, y puede darse de distintas formas, pasiva o intencional. Es pasiva cuando no es intencional y los cuidadores no saben o no entienden las consecuencias y daños provocadas por las ausencias de cuidado. Es intencional, cuando no se responde deliberadamente a las necesidades de niños y niñas (por ejemplo, dejarlos sucios o sin comer días por otras prioridades y actividades de los cuidadores, o como una forma de “castigo”) y esto constituye abuso.
Los niños y niñas que sufren negligencias y abandonos de cuidado pueden tener aspecto de cansancio, hambre, decaimiento, desinterés general, y parecer que no crecen ni se desarrollan, entre otros signos que deben alertar”.
- El niño y la niña que sufre negligencias y abandonos de cuidado pueden:
- Tener aspecto de cansancio, hambriento o sucio
- Parecer que no crece o no se desarrolla.
- Dar la impresión de que nada le interesa.
Cuidemos la Infancia
¿Cómo prevenir el abuso sexual infantil?
- Comunicación continua y abierta, muy cotidiana, con hijos e hijas y que ellos sepan que se puede hablar y expresar distintas emociones, situaciones, o temas, y serán escuchados
- Frente a lo que nos digan, respondemos acogiendo y dando crédito, que sepan que les creemos, sin cuestionar (si hay dudas e inquietudes que nos surjan como adultos frente a ciertos relatos infantiles, las podemos resolver o abordar después)
- Estar atentos a cambios de conducta o ánimo de los niños y niñas
- Pedir orientación como madres y padres cada vez que la necesitemos
- Enseñar desde pequeños las partes del cuerpo con sus nombres, y explicar que hay partes que son íntimas, o privadas; que existen límites.
- Fortalece su autoestima
- Compartir con otros adultos de nuestra familia, amistades, vecinos, etc., que el tema de la prevención del abuso sexual infantil merece nuestro atención y nos ocupa prevenirlo por nuestros hijos y también por todo niño
- Conocer factores de riesgo y protectores en el abuso sexual infantil. Por ejemplo, un factor de riesgo muy asociado al abuso, es el alcohol.
Cuidemos la Infancia
Enséñale a un niño los limites personales
Enseñar a nuestros hijos e hijas que existen límites de trato –buenas y malas formas de ser tratados o tratar a otros-, y también, por ejemplo, de espacios (ir al baño o vestirse/desvestirse no lo hacemos en público).
También es importante que nosotros respetemos esos límites, no forcemos interacciones físicas como por ejemplo, “salude de beso a la tía”, distinto es ser cordiales, saludar y despedirse.
Niños y niñas deben aprender a decir no y debemos validar su decisión. Por ejemplo, en sus juegos “no quiero jugar así, o no quiero jugar ahora, mejor después”.
Necesitamos enseñarles que nadie puede tocarles, acercarse o mirarles de una forma que los haga sentir mal o incómodos o nerviosos, aunque no sepan bien por qué se sienten así (no importa si no pueden explicarlo).
En esos casos niños y niñas deben saber que cuentan con nosotros y que pueden pedirnos ayuda.
Enseñar a decir no
Es muy importante poder ofrecer a niños y niñas distintas oportunidades para poder practicar sus “NO” o “no ahora”, y respetar ese derecho. No se trata de que “hagan lo que quieran”, pues obviamente, “no voy a comer, no voy a dormir nunca, no quiero ir al doctor” son situaciones en las que prima el cuidado y es nuestra responsabilidad ejercerlo. Poco a poco se irá afinando el aprendizaje de los NO y eso es vital para cada etapa. Si aprendieron en su hogar, desde pequeños, que eso merece respeto, podrán sentirse más seguros de expresar sus NO en otras situaciones, por ejemplo, de presión social con sus pares.
Comunicación y Seguridad
Un ambiente de seguridad, confianza, amor y apoyo es esencial en la prevención del abuso sexual. Es importante conversar mucho, reiterar que siempre estamos disponibles para escuchar, y también, evitar los “secretos” y enseñar a los niños que no deben guardar secretos con adultos.
Distintas son las sorpresas, por ejemplo, “no le contemos a la mamá o al abuelo que le tenemos este regalo de cumpleaños o navidad”. También es importante que tengamos cautela con mensajes tales como “hay que obedecer o hacer caso en todo a los adultos”, no es en todo, ni a cualquier adulto.
Violencia contra la niñez en cifras


